«Hartos de hacer el tonto», es así como nos sentimos miles de onubenses cuando preguntados por recuperar nuestras rías y cuestiones de salud pública de esta ciudad y su entorno. Hartos de ver una ciudad que sus gobernantes, nunca se preocuparon por el estado visual de ese margen que es parte de la historia de la humanidad.
Unos gobernantes inteligentes con dos dedos de frente en cualquier otra ciudad lucharían por conseguir que un paraje como es toda la avenida Francisco Montenegro, lugar emblemático donde señalar que por esas aguas navegaron desde Fenicios a Británicos donde arribaron como comerciantes, navegantes que mostraban todos los adelantos técnicos e ideas que con ellos viajaban (esos hombres y mujeres), dando siempre un aire cosmopolita a este rincón de la península.
Donde Colón hizo partir sus naves, la Huelva Colombina comienza su recorrido por lejanas tierras hoy es un charco parado por un puente. Y tres carabelas están presas entre diques que nunca podrán partir y nunca vinieron navegando. Hoy parece que no viajan en este sentido los nuevos aires de cambio hacia lo sostenible en esta tierra.
Seguir sin exigir este rincón es seguir haciendo el tonto. Es incumplir los Acuerdos de 1991 donde se expresaba la intención de recuperar este espacio que ocupa la industria química obsoleta a la que le ha llegado su fecha de caducidad y ahora hay que reciclar el envase. No es solo »que ese suelo debe dejar de ser de carácter industrial y que pase a ser una zona verde y libre de humos de una vez por todas». Es recuperar toda esta avenida y el espacio que ocupaba la industria para el crecimiento de la ciudad y que los ciudadanos vivan la ría, la naturaleza y comience un tiempo de bienestar y una crecimiento ordenado, moderno y que a la vez conjugue historia, naturaleza y sociedad de manera sostenible.
Intentando borrar la indiferencia que durante décadas impuestas por el pasado y con actuaciones creen modelos nuevos generadores de progreso en todos los sentidos. El futuro discurre por demandas de comercios sostenibles y de proximidad evitando gastos energéticos que solo son explicados por bajos costes en origen o explotación de recursos.
Estamos hartos de vivir asustados por el clientelismo de la subcontrata que calla y obliga a mirar abajo a miles de personas. Su silencio es obligado por necesidad y es su deber mantener a los suyos. Lamentable es ese otro que calla pudiendo cambiar las cosas. Políticos que ayer firmaron, hoy hacen oídos sordos. Lamentable es aquel que frena a los demás que gritan, y con el insulto pagado piden nuestro silencio.
Recuperar para la ciudad progresiva y escalonadamente el territorio parece que a muchos voceros se les olvida que esto está firmado por los que ayer nos gobernaron con los votos de los ciudadanos. Y llevar a cabo la medidas precisas para la corrección de las carencias medioambientales existentes es una exigencia que tenemos pendiente y que hemos pagado con creces los onubenses en sus carnes, en sus familiares y los que nos sentimos sensibles con los problemas medioambientales vemos como en esta provincia se han incumplido todas las leyes.
Propiciar el desarrollo económico y social de la provincia, así como su diversificación industrial; incentivando las medidas y planes oportunos es la obligación de cualquier político que se precie ser. Dar estabilidad y certidumbre a los centros de producción y trabajo en ella situados, por estimar que la industria química allí asentada constituye una base importante en la economía onubense no solo puede ser el modelo que desde 1888 esté implantado en esta tierra cuando por otro lado se fomenta un turismo de calidad, y la producción de esta industria es obsoleta.
En 1964 se desarrolló un modelo de polo industrial de promoción con el espíritu de desarrollar el entorno y aumentar la renta media de los ciudadanos a la vez que aumentaba el nivel industrial del país. La historia nos ha demostrado que en un primer momento la renta media aumentó por pasar de un modelo agrícola a realizar trabajos en el modelo industrial y realmente se vio en los años 70 , pero desde entonces todo ha sido un retroceso.
Texto e imagen: Julián Blanco.
