Se investiga a seis personas por delitos contra la salud pública, estafa, contra la propiedad industrial, y contra el mercado y los consumidores
Los agentes encontraron piezas cubiertas de moho y con gusanos, y jamones untados con carbón vegetal para simular ser “de pata negra”
Agentes de la Guardia Civil y de la Delegación Territorial de Salud y Consumo de Sevilla han incautado más de 50.000 kilos de jamones y paletas de cerdo localizados en dos almacenes clandestinos situados en Alcalá de Guadaira y Dos Hermanas.
En las naves los agentes han hallado cámaras de congelación en tan mal estado que había columnas de hielo que unían el techo de las cámaras con el suelo. Algunos jamones estaban totalmente cubiertos de moho o con gusanos.
Los investigados contaban con puestos de “lavado de cara” donde los jamones primero eran lavados con agua a presión o quemados para que aflorara la grasa. Después se les aplicaba una mezcla de aceite de semillas y carbón vegetal para simular un aspecto de producto “pata negra”.
Se indica también que se han localizado bidones de acaricida, que se aplicaba para evitar insectos, y que cuando la pieza entera no reunía los mínimos requisitos, la usaban para comercializarla cortada en lonchas o en bolsas de tacos.
Además de unas malas condiciones higiénico-sanitarias, el etiquetado de estos productos estaba falsificado, manipulando fechas de caducidad y loteados. En ocasiones, el número de registro sanitario que se estaba usando no existía y el certificado de calidad de los ibéricos se había copiado a otro operador.
La operación arrancó a principios de año, cuando guardias civiles de Sevilla realizaban una inspección en un establecimiento de la localidad de Alcalá de Guadaira, dedicado a la restauración y a la distribución de productos procedentes del cerdo, principalmente de jamones, paletas y chacinas.
En este establecimiento los agentes observaron unas deficiencias en el etiquetado de los productos, que tras una investigación y con la colaboración de Salud Pública del Área de Gestión Sur de Sevilla, les llevaron a los dos almacenes clandestinos que han sido clausurados.
Estas piezas eran suministradas tanto a consumidores finales como a grandes cadenas comerciales, siendo una estafa millonaria la que se ha detectado. Una de las artimañas utilizadas para engañar a los consumidores era la de sustituir piezas de “cerdo ibérico de norma”, por otras de inferior calidad o de otros tipos de cerdo que no tenían que ver con el ibérico.
Según el marcado de los jamones, algunas de las piezas habían entrado en sal en el año 2017, pero los precintos indicaban que el sacrificio del cerdo se había producido en 2020, evidenciando que los jamones y paletas ibéricos estaban falsificados.